Los efectos de la crisis en la aviación de Sur América

En esta entrega revisamos un informe de OAG referente a los efectos de la crisis generada por el COVID-19 en la aviación de Sur América.

Uno de los más importantes portales analíticos de aviación presentó la semana pasada un detallado informe respecto a los efectos que la crisis sanitaria mundial tendrá sobre la delicada industria aérea de la aviación en Sur América, dentro de un complejo panorama de recuperación.

Con los países de la región aún cerrados, donde únicamente hay vuelos en Ecuador, Chile y Brasil, este panorama pone un importante desafío a los actores de la industria, que entre las medidas conocidas y pocas opciones para salir de esta situación, se encuentran: ayuda de los gobiernos (mínima ayuda al sector y al turismo), reducción de flota, ajuste de nómina e incluso, cerrar operaciones.

Con una recuperación que será lenta y dolorosa (sobretodo para los trabajadores), tomando en cuenta que podría tardar más de 4 años según IATA, Sur América es una de las regiones más afectadas a nivel mundial por la caída del tráfico aéreo y así lo comprueban los datos estadísticos de OAG:

Desde la primera semana de abril, los vuelos programados hacia y desde los diez mercados más grandes de América del Sur han disminuido entre un 80% y un 90% comparado con un atrás. La caída se produjo bruscamente y, en general, aún no ha mostrado signos de recuperación.

Por el momento, Argentina, Colombia y Perú tienen menos del 3% de las operaciones que hubo hace un año; la aviación está prácticamente estancada. A Brasil y Chile les está yendo un poco mejor, con el 20% de la capacidad. Solo Bolivia y Venezuela han limitado el impacto a menos del 50% de los vuelos, pero estos son mercados significativamente más pequeños.

Sin embargo, en estos 10 países sudamericanos, la capacidad nacional representó el 80% de todos los asientos de aerolíneas en 2019, sin embargo, incluso Brasil, con su gran mercado interno, ha visto una caída masiva en la actividad de las aerolíneas.

En las últimas semanas, tanto LATAM como Avianca han entrado en Capítulo 11. Si bien LATAM puede surgir con la ayuda de accionistas solidarios, la situación para Avianca es menos clara. La aerolínea gastó gran parte de la reestructuración de la deuda de 2019 y sufrió más cuando el gobierno colombiano cerró el espacio aéreo colombiano en respuesta a COVID-19. Más pequeño pero importante para Ecuador, TAME también dejó de operar en mayo cuando el gobierno ecuatoriano decidió liquidar la aerolínea.

En 2019, estas tres aerolíneas contribuyeron con el 43% de toda la capacidad programada en estos 10 países. No es de extrañar que la aviación se tambalee. En Brasil, el mercado más grande hasta ahora, han representado un tercio de toda la capacidad, pero en otros lugares, en Colombia, Chile y Perú, operaron tres de cada cinco asientos o más. Su desaparición si no salen de la protección por bancarrota dejará un agujero significativo en la aviación sudamericana.

Una mirada a Ecuador, por ejemplo, muestra que el país tiene más potencial para los servicios aéreos de lo que se reconoce por los servicios reales que han estado operando. Desde 2010, la capacidad comercial promedió una disminución del 2.8% cada año. En contraste, el vecino Perú ha visto crecer su capacidad en promedio en 10.5% cada año. Bolivia, Chile, Colombia y Argentina también han experimentado un crecimiento de más del 5% anual.

En cuanto a la propensión promedio a volar a Ecuador, expresada como una proporción del número de reservas de aerolíneas al tamaño de la población, Ecuador, junto con Argentina, Uruguay, Paraguay y Venezuela, todos podrían haber crecido sin pandemia.

Al igual que en cualquier otro lugar, la aviación en América del Sur está en medio de un gran shock. Es demasiado pronto para tener una idea de cómo será el mercado en un año, o dos o tres. Sin embargo, la falla, o la falla potencial, de algunos jugadores importantes tiene el potencial de crear nuevas oportunidades para los inversores que pueden mirar este mercado con nuevos ojos.